"UN
MÉTODO PELIGROSO"
Ésta es una poderosa historia de descubrimiento sexual e intelectual que ocurre
entre 1904 y 1913, basada en acontecimientos reales, dirigido por
David Cronenberg y protagonizado por Sigmund Freud (Viggo Mortensen),
Carl Gustav Jung (Michael Fassbender) y Sabina Spielrein (Keira
Knightley).
El
psiquiatra Carl Jung, de 29 años, está empezando su carrera
profesional y vive en el hospital Burghölzli con su esposa
embarazada. Jung ensaya el tratamiento experimental inventado por
Sigmund Freud, el psicoanálisis o “curación por la palabra”,
como también se conocía entonces, con Sabina Spielrein, una
paciente de 18 años. Sabina es una joven rusa de origen judío, muy
culta, que habla alemán a la perfección, con un diagnóstico de
histeria (afección psicológica que pertenece al grupo de las
neurosis. Técnicamente, se denomina trastorno de conversión.) que
puede llevarla a la violencia. En sus conversaciones con Jung, Sabina
revela haber tenido una infancia plagada de humillaciones y palizas
que le infligía un padre autoritario. El psicoanálisis no tarda en
sacar a la luz un inquietante elemento sexual en su disfunción,
apoyando la teoría de Freud que relaciona la sexualidad con los
trastornos emocionales.
Jung
y Freud traban amistad a través de un intercambio epistolar acerca
de Sabina, y su primera reunión solo puede describirse como intensa
y extensa. A la vez que la relación entre los dos psiquiatras se
estrecha, Freud ve en Jung a su heredero intelectual; también lo
hace la relación entre Jung y Sabina, una mujer brillante a pesar de
su enfermedad. El tratamiento tiene éxito y Sabina decide
convertirse en psiquiatra con el apoyo de Jung.
En
la película se aprecia el manejo del psicoanálisis en tratamientos
de histeria, masoquismo y la relación de la sexualidad con los
desórdenes emocionales, entre otros aspectos.
El
guión se basa en gran parte en hechos históricos (algunos de los
diálogos se basan en la correspondencia real de los tres personajes)
muchos otros son pura ficción. En particular, algunas críticas e
investigaciones periodísticas han hecho notar que no existe
evidencia alguna de que las relaciones sexuales entre Jung y
Spielrein se hayan caracterizado por prácticas de nalgadas y azotes:
ni de la correspondencia entre ambos, ni tampoco del diario de vida
de Sabina Spielrein se puede inferir tal cosa.
CARL
GUSTAV JUNG
De niño fue introvertido y muy solitario. Aunque la relación con sus progenitores era muy próxima y afectuosa, desde temprano sentiría cierta decepción por la manera en que su padre abordó el tema de la fe, a la que consideraba tristemente precaria.
Jung
no era, sin embargo, hostil a la religión, sino que por el contrario
declararía que el ser humano es religioso "por naturaleza"
y en su trayectoria resaltaría el valor de la experiencia religiosa
para el entendimiento de la mente humana, rescatando simbolismos de
la tradición cristiana y reinterpretándolos desde su perspectiva
psicológica. Por esto mismo, la religiosidad fue uno de los objetos
principales de su estudio, y más tarde mostraría interés por el
misticismo.
Fue
un médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo, figura clave en
la etapa inicial del psicoanálisis; posteriormente, fundador de la
escuela de psicología analítica, también llamada psicología de
los complejos y psicología profunda.
Se
le relaciona a menudo con Sigmund Freud, de quien fuera colaborador
en sus comienzos. Jung fue un pionero de la psicología profunda y
uno de los estudiosos de esta disciplina más ampliamente leídos en
el siglo XX. Su abordaje teórico y clínico enfatizó la conexión
funcional entre sus manifestaciones culturales. Esto le impulsó a
incorporar en su metodología nociones procedentes de la
antropología, la alquimia, la interpretación de los sueños, el
arte, la mitología, la religión y la filosofía.
SABINA
SPIELREIN
Sabina
Naftulovna Spielrein vino al mundo en Rusia; fue en Rostov del Don,
al suroeste del país, el 7 de noviembre de 1885. Su padre, un
comerciante acomodado de origen judío, se había casado con una
mujer de religión ortodoxa, con la que tuvo cinco hijos, de los que
Sabina fue la mayor.
El
padre de Sabina era un hombre violento, manipulador, que ejercía una
influencia sumamente perniciosa sobre su familia, y que no hacía
ascos al castigo físico cuando lo creía oportuno, que solía ser
bastante a menudo. En consecuencia, los hermanos Spielrein crecieron
siendo niños nerviosos, asustadizos, cuyos fuertes lazos de
amor-odio con sus progenitores serían calificados por Jung de
“sadomasoquistas”.
No
es extraño que la pequeña Sabina empezase a mostrar síntomas de
que algo extraño le ucedía cuando sólo contaba cuatro años de
edad, despertaron en ella una muy precoz sexualidad de tintes
masoquistas, y un comportamiento compulsivo que se fue agravando
conforme se fue haciendo mayor. A los dieciséis años, tras la
muerte de su hermana pequeña, el estado de Sabina empeoró de forma
fulminante: sufría bruscos cambios de humor, rayanos en la histeria;
se fugó en varias ocasiones de la casa familiar; incluso intentó
suicidarse, al menos, un par de veces. Fue entonces cuando sus padres
decidieron tomar cartas en el asunto, y la internaron en una clínica
suiza, donde tuvo que sufrir los temidos tratamientos con
electroshock. Viendo que no servían de nada, los Spielrein
decidieron trasladar a su hija a una nueva clínica, esta vez en
Zurich; en la clínica Burghölzli permanecería durante casi un año,
desde agosto de 1904 hasta junio de 1905, y allí conocería a Carl
Gustav Jung que cambió su vida.
RELACIÓN
ENTRE SABINA Y JUNG
Sabina
tuvo una infancia con varias enfermedades físicas y algunos
trastornos psíquicos. Estas crisis emocionales y psicológicas,
acompañaron a Sabina desde su infancia. Ahora acababa de pasar por
un episodio psicótico agudo y presentaba trastornos de la
afectividad, con alternancia de llantos y risas compulsivas. Allí
conoció a Carl Gustav Jung, quien la atendió aplicando las técnicas
del recientemente desarrollado tratamiento psicoanalítico para
tratar la histeria (afección psicológica que pertenece al grupo de
las neurosis. Técnicamente, se denomina trastorno de conversión.).
Según
los describe Jung en sus notas, ambos padres eran histéricos. El
padre, colérico (propenso a los enfados violentos) e impulsivo,
además de recurrir repetidamente al maltrato físico, así como al
castigo moral y trato humillante, amenazaba también con el propio
suicidio cuando Sabina a los 16 años intenta algunos pasos
independientes. La madre aparece descrita por Jung como una mujer
infantil y seductora que a veces tiende a rivalizar con su hija.
Sabina
iniciaba su tratamiento con Jung envuelta en una grave crisis.
La
crisis de Sabina parecía haber mejorado con el tratamiento. La
internación fue breve, duró sólo algunos meses. El tratamiento con
Jung parecía estar dando sus frutos, en forma rápida y eficaz.
En esta época es cuando se desarrolla la parte más oscura y extraña
de la relación entre ambos. De que Sabina se convirtió en la amante
de Jung, al menos desde 1908, no hay ningún tipo de dudas, hasta el
punto de que el psiquiatra tuvo que renunciar a su trabajo en la
clínica Burghölzli y, por tanto, dejar de ser el médico de Sabina,
para intentar disimular el escándalo, ya que no sólo había violado
el código deontológico médico, sino que además él era un hombre
casado. Es en este momento cuando hace su entrada en esta historia
Sigmund Freud; el célebre psiquiatra que conocía el caso de Sabina
desde 1906, cuando Jung le escribió en una angustiosa carta a
Freud, en la cuál le habla de una necesidad de abreaccionar una
situación reciente, diciendo que se trata de un caso difícil, una
estudiante rusa de 20 años. Por lo cual le pide una opinión
después de presentarle brevemente el cuadro de la paciente.
Agregando además que se trata de un tema personal.
Inmediatamente
después de recuperada, ingresó a la escuela de medicina de la
Universidad de Zúrich.
SIGMUND
FREUD
Sigmund
Freud y Carl Jung eran médicos de fines del siglo XIX que crearon
métodos para tratar problemas de sufrimiento mental. El primero, de
origen austriaco, se especializó en neurología y fue considerado el
padre del psicoanálisis. Mientras que el segundo nació en Suiza y
como psiquiatra y psicólogo fundó la escuela de psicología
analítica o profunda.
Sigmund
Freud, en la vida real, comenzó a tratar a pacientes histéricas en
Viena. Al comienzo empleó tratamientos con medicinas, pero consideró
que no tenían mayor efecto y se ligó al médico y psicólogo
austriaco Joseph Breuer, quien trabajaba con el método de la
hipnosis. Esta consistía en traer a la conciencia recuerdos
traumáticos olvidados en la infancia. Con las hipnosis y las
histéricas Freud descubrió el inconsciente.
Pero
para Freud los efectos de la hipnosis eran muy temporales e
insuficientes. Normalmente la persona hipnotizada no se acordaba de
lo que había hablado cuando estaba bajo el efecto de la hipnosis.
Entonces Freud le comunicaba lo que había dicho y el paciente lo
negaba o hacía alguna interpretación respecto del tema.
Fue
así como Freud se da cuenta de que esas interpretaciones sobre el
inconsciente del sujeto eran nuevas y diferentes, por lo que decide
abandonar la hipnosis y establece con base en esa experiencia que el
paciente comience a hablar con la regla de la “asociación libre”,
es decir, que hable lo que se le ocurra, sin restricciones morales o
de ningún tipo.
RELACIÓN
ENTRE FREUD Y JUNG
La
regla de la asociación libre hizo que Carl Jung se interesara en los
trabajos de Freud y se convirtió en su colaborador, en una época en
que los médicos no querían saber mucho sobre el psicoanálisis,
porque lo consideraban no científico. Jung presentó a Freud un
trabajo sobre la demencia precoz, que luego se llamó esquizofrenia,
y mantuvieron una relación profesional.
Incluso
en el II Congreso Internacional de Psicoanálisis en Núremberg,
Alemania, en 1910, Freud lo propuso a Jung como presidente. Años más
tarde, Freud se arrepintió de haber propuesto a Jung para ese cargo,
porque comenzó a dirigirse hacia otra orientación, estableciéndose
diferencias de principios fundamentales.
Freud
precisaba que en el ser humano existen energías pulsionales
subjetivas como la libido, es decir, dirigida hacia la realidad o que
vinculaba al sujeto a las personas circundantes. Estas pulsiones
siempre están presentes en los sujetos. Jung decía que estas no era
necesario definirlas. Para él, la pulsión era una energía pura,
abstracta y universal que podía ser sexual o asexual.
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